![]() |
|
Sin sus visitantes, el Rastro dejaría de existir. Las personas que acuden a este mercado no son sólo los madrileños, sus fieles clientes, sino también los viajeros de toda España, los inmigrantes y los turistas del mundo entero. Son jóvenes y mayores, ricos y pobres. Los que tienen la costumbre de ir a pasear en el mercado de los domingos y festivos conocen los puestos y su ubicación. Saben orientarse. Plaza de Cascorro principios del siglo xx Al mercado llega gente del mundo entero, lo cual permite al vendedor conocer personas de todos los países y a veces hacer amistades entrañables si puede hablar su idioma. Los Norteamericanos de la base de Torrejón de Ardoz fueron asiduos compradores del Rastro y, al volver a su país, hablaron de él entre sus amistades que, cuando viajan a Madrid, no dejan de pasar a verlo. Muchos vendedores sirven de traductores al compañero vecino para los clientes extranjeros y se prestan a orientarles. Algunos tienen un plano del Rastro. Los puestos unidos forman auténticas “oficinas de turismo, con trato personalizado”, repartidas por todos los lugares del mercado y siempre a mano del visitante. Por su conocimiento del Rastro, los vendedores ofrecen a los visitantes una información que sólo ellos pueden proporcionar. La concentración de público puede llegar a más de 100.000 personas cada domingo por la mañana porque este mercado tiene fama internacional. Muchos turistas hacen una etapa en Madrid únicamente para ir al Rastro. Los días festivos, hay menos puestos y menos gente pero acuden los que huyen de la enorme afluencia del domingo. Los
visitantes han sido para los vendedores el mayor premio a su constancia
en el puesto. Y en estas páginas que tienen alcance mundial gracias
a Internet, queremos agradecerles su amable protagonismo en este evento
festivo que es el Rastro.
|